viernes, 29 de junio de 2007

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Había una ventana grande. Una pared de vidrio, se diría. Y un jardín. Y en el jardín los patos, que caminaban con tranquilidad, y cuyos movimientos no escuchábamos. Una pista que atravesaba el jardín, en reposo de claro donde nadie ha pisado y que sólo por la persistencia de un conocimiento ajeno al caso identificamos con un camino. Y árboles. Y construcciones sin importancia más allá. Y la seguridad de que las cosas permanecen. A veces llovía, pero el agua es suave y sólo comenta. Todos los meteoros eran conocidos. Alguna vez, muy lejos, un ciclista. Pero casi no estaba, y una vez ido, era motivo de contemplación.

miércoles, 20 de junio de 2007

Sobre lo que pueda ser una causa justa


Soñaba con tener otro nombre. Y sobre todo le gustaban los sombreros y las ocasiones propicias para el disfraz. Había tanta belleza en su constitución, a pesar de que ni siquiera alcanzaba el grado suficiente de certeza para considerarla atractiva. Pero para ella también había algunos asuntos importantes. Pensaba con frecuencia en la sensación (no se dio cuenta cuándo se había vuelto habitual) de no estar demasiado conectada con las cosas, le daba un poco de risilla sentir que no tocaba el suelo, sobre todo al salir del ascensor y atravesar el pasillo elegantemente iluminado que la llevaba a su oficina todos los días y que se veía obligada a recorrer durante la mañana más veces de lo que hubiera querido. Aparte de eso, hablaba con gente casi todo el tiempo, convertida a veces en rana cantante, a veces en pájaro ventrílocuo y a veces en oruga plausible. Sin duda era más feliz en los largos ratos que dedicaba a pensar groserías apropiadas para aquellos que perpetuaban lo que solía llamar tradiciones estúpidas, como la de quienes querían explicar todo mediante la metáfora del palimpsesto.

martes, 5 de junio de 2007

Sobre el significado de los buenos días


No me prives de una sonrisa bien puesta en el corredor. Una muchacha riendo en el interior de su pecho, como si rebosara espuma, casi tentada por el pudor y casi determinada a desesperar al sentido del deber. Señor de los amaneceres, no me prives de las cantarinas novedades que un alma dispuesta sabe dispensar. Quiero que entre las máquinas se asome un olor a jabón perfumado, no ha de ser más que un instante que se hace liviano y se esfuma. Pero no es necesario más que eso. Si un hombre entra joven en una fábrica y sale viejo nadie hará un escándalo. Pero nada es igual después de conocer la filigrana, ni despúes de sentarse una tarde detras de una cascada de lluvia que cae del techo, ni después de cualquier cosa que lo deje a uno seguro de que no está seguro de estar dentro del marco de un cuadro donde creía que estaba.