jueves, 24 de abril de 2008

Abril

Entonces conoció el placer de no tener razón. Era algo agradable, porque ahora las cosas resultaban harto distintas. No sabía si mejores, pero que las cosas resultaran distintas era una experiencia para la cual había dejado de estar listo, ahora lo notaba, y le daba a la realidad una vida que no sabría explicar. Luego, sin proponérselo, gradualmente dejó de tener juicio. Y no pensó en ello, pero se diría que si lo hubiera meditado habría dicho: "está bien". (Aunque si se dijera esto, sería porque a veces, para alguien que observa, parece que la realidad es la que mueve los labios, o trae una voz, diciendo mediante las cosas que suceden simplemente, como los movimientos simples de alguien que perdió el juicio, "está bien".) Habiendo conocido el placer de no tener razón, y perdido luego el juicio, hizo lo que naturalmente había de hacer. Juntó cuatro perros que no tenían dueño, a uno lo llamó Razón, a otro lo llamó Juicio, a otro lo llamó Chucho (así se llaman los perros que no tienen dueño), y a otro lo llamó Perro.

4 comentarios:

sr. magnánimo dijo...
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sr. magnánimo dijo...

¡Qué bonito! Perros en lugar de cabras. Pero fíjate que tiene su lógica: un perro, por ser más fiel que una cabra, debe cumplir mejor los deberes de mantener el juicio (bueno o malo, qué tiene), de la persona en cuestión. Habrá que hacer la prueba, y si da buenos resultados, hay que considerar seriamente darle a los perros el jale de las cabras. ¡Ji,'iñor!

Aurelio Green dijo...

Creo que el quería que estos perros se pelearan, y sin saber por qué, creo que deseaba que ganara "Perro"

El Jaibo dijo...

Y, al nombrarlos de esa forma, volvió a tener razón y juicio. Es más, ahora tuvo Razón, Juicio, Chucho y Perro.