miércoles, 21 de noviembre de 2007
Sobre la necesidad de las aclaraciones
Dice Hugo que valora el candor sobre todas las cosas, pero no puede tolerar a quienes parecen conservan sólo la parte más ridícula de la infancia. Dice Hugo que no sabe qué pueda ser candor, pero le tiene tanta consideración que no se fija en ello. Dice Hugo que ha encontrado placeres indescriptibles en el capricho con que se conduce cierta nimiedad, que no merecezco aún saber qué es. Dice Hugo que todo le parece estúpido cuando se dice, en especial las preguntas. Nunca se llevaría bien con ciertos amigos míos.
viernes, 2 de noviembre de 2007
Ortodoxia
Hay un criterio estético en todo. Esto tal vez no está a discusión cuando se piensa en la manera de conducir el propio organismo dentro del ámbito físico en que existe: así, tomamos un vaso para tomar agua no de la manera más económica y eficiente (o no sólo) sino de la manera más armónica, así como los futbolistas tienen maneras de recibir el balón (bajarlo que le dicen), ejecutar disparos, insultar al árbitro, que atienden a un código implícito de buen gusto. Por ello, cuando sale un jugador listillo que se da cuenta de que se puede ganar efectividad sacrificando elegancia los comentaristas no tardan en señalarlo como ejemplo curioso, y tal vez admirable, de desviación: "Este jugador, que no es muy ortodoxo ni estético en sus movimientos, pero tiene un gran disparo...", o "es más bien lo que se dice un tronco, pero no se puede negar que es efectivo". Y sí, ya sabemos, existen también pájaros, choferes de camión, células eucariotas y muchachas regiomontanas. Etcétera.
jueves, 25 de octubre de 2007
Señor Martínez
Quien ha estado alguna vez en la presentación de un libro sabe que es un fenómeno misterioso. Porque es imposible no hacerse ciertas preguntas elementales que provocan desconfianza hacia uno mismo por parecer resultado de una falta de adecuación a la normalidad. Sí, esto no tiene sentido. Sobre todo: cuando uno ha asistido a varios eventos de este tipo (y a mayor cantidad, mayor certeza), está más convencido de que las preguntas son razonables, y aun urgentes. Pero el Señor Martínez, ese día, sin más, cayó en la cuenta: no sé por qué estoy aquí, se dijo, y vio que aquello siempre le pasaba. Se encontraba en aquellas veladas, como si despertara de un sueño o de alguna otra cosa, y muy pasmado se concentraba para explicar el hecho. A ver, a ver, tiene que haber un sentido en esto: estaba yo en la oficina, pensando en Talina... Y así. Y al ver que esto ocurría (y hoy tenía la certeza de que era siempre igual) dijo, con tono muy profundo, pensando en las últimas veces que conversó con Hugo: como siempre, tenías razón, porque ahora yo no creo estar en condiciones de afirmar que estoy aquí voluntariamente, y según he visto, no parece muy probable que los individuos aquí presentes tengan una mayor injerencia en su propia decisión de venir. Y como el Señor Martínez y Hugo habían hablado sobre la conveniencia de promover la destrucción de la industria editorial en vista de ciertos hechos que conocemos todos, ahora el eco de la voz de éste le hacía sonreír con satisfacción. Sí, dijo, lo bueno es que todos los libros dignos de escupirse para después quemarlos no tienen ese aspecto tan desagradable en un mundo donde las presentaciones de libros son un acto involuntario; estamos aquí reunidos para celebrar que una persona lucha por una causa que se juzgará dentro de cien años, y damos gracias al dios de los libros por darnos otro libro, que en espíritu es el mismo que se presenta en este momento, y en otros momentos, en Guanajuato, en Toronto, en Tlalnepantla, en Londres. Y sólo somos testigos, y sólo nos queda agradecer, asombrarnos, y seguir participando misteriosamente en el misterio.
lunes, 8 de octubre de 2007
Groserías
Hay maneras tan sofisticadas de la grosería que nos hacen pensar que en realidad se trata de refinamiento excesivo lo que a todas luces consiste en pura pereza espiritual. Si a un conductor le parece buena idea (y oh, Dios, no quisiera creerlo, demostración de astucia!) pasar el cinturón de seguridad por encima de su torso, y ya puesto ahí, en posición correcta, no abrocharlo, será mejor no dejarse llevar por el ingenio aparente del acto. El examen de este asunto sólo arroja una hipótesis plausible: lo ha hecho para engañar al agente de tránsito. Y si lo hace en serio, quisiera decir que me conmueve, pero en realidad sólo me molesta. Y si se trata de una broma la encuentro tan carente de humor y de intención que me veo obligado a observar que la visión burocrática del mundo no es ajena al interior de los coches.
miércoles, 12 de septiembre de 2007
st
Lo terrible de un fantasma es que no conduce a nada. Detrás de la cortina hay un mundo que se llama posibilidad, permite a los animales apéndices no conocidos, extremidades que no son brazos ni piernas. Ningún monstruo es peor que el que se esconde en la cortina. Lamentablemente tomar la cortina y apartarla es la experiencia más triste del hombre, porque el fantasma no muere por tan poca razón. Lo terrible del fantasma es que ha dejado de aparecer, y ahora en lugar de la ilusión de su llegada tenemos la conciencia de que en ciertos momentos casuales despierta nuestra conciencia que dice: está aquí. Lo que realmente pasa es que hemos aprendido que existe.
jueves, 30 de agosto de 2007
El que se llama JLB
JLB está viejo. Lo sé porque lo he visto. Ha consagrado su vida a provocar furor en las mujeres imaginables de Monterrey y alrededores con su sentido del ritmo tropical, pero no ha perdido la ocasión de recordar a quien quiera oírlo las inobjetables virtudes morales y poéticas, ambas notables (y las primeras, sobre notables nunca vistas) de un hombre como Oscar Wilde.
Que esté viejo es lamentable porque (como señaló acertadamente la Flecha, no sin la maldad con que suele decir las cosas) de la gloria de los bailes masivos ha pasado una década después a protagonizar la variedad de los lupanares que dan, además de transacciones vigorosas, el sello de identidad a nuestra ciudad querida. Pero que esté viejo es conmovedor y es hermoso porque lo ha llevado a decir que, aunque solía creer (siguiendo la opinión de su compadre Fernández) que la belleza era privilegio de pocos, ahora se contenta con admitir, no con humildad sino con paz, que es posible encontrarla tanto en las pláticas callejeras como en las páginas del escritor mediocre. Acto seguido comentó con sonrisa de viejito que, no pudiendo ser otra cosa, su lectura del I Ching es un acto de fe. Lo mismo podría decirse de la decisión que nos llevó a mí y a la Flecha a tomar unas cervezas y cigarros y citas necesarias en el centro social donde esa noche lo vimos cantar con convicción sorprendente.
Que esté viejo es lamentable porque (como señaló acertadamente la Flecha, no sin la maldad con que suele decir las cosas) de la gloria de los bailes masivos ha pasado una década después a protagonizar la variedad de los lupanares que dan, además de transacciones vigorosas, el sello de identidad a nuestra ciudad querida. Pero que esté viejo es conmovedor y es hermoso porque lo ha llevado a decir que, aunque solía creer (siguiendo la opinión de su compadre Fernández) que la belleza era privilegio de pocos, ahora se contenta con admitir, no con humildad sino con paz, que es posible encontrarla tanto en las pláticas callejeras como en las páginas del escritor mediocre. Acto seguido comentó con sonrisa de viejito que, no pudiendo ser otra cosa, su lectura del I Ching es un acto de fe. Lo mismo podría decirse de la decisión que nos llevó a mí y a la Flecha a tomar unas cervezas y cigarros y citas necesarias en el centro social donde esa noche lo vimos cantar con convicción sorprendente.
lunes, 20 de agosto de 2007
Sobre las mismas cosas corrientes
Lo terrible de un fantasma no es su aparición sorpresiva. Un fantasma puede aparecer sin provocar sobresaltos. Lo terrible de un fantasma, y más aún en esos casos, es que aparece otro día. Borra la certeza primera de que ya cumplió el ciclo que le correspondía al dejarse ver y marcar los ojos de quien lo ha mirado, para abandonar poco después su afán de vivir. Aparece otro día. Otro. El fantasma no es la imagen que ingresó de algún modo en la casa y parece haber elegido los sitios que lo hacen sentir más cómodo. El fantasma es una pregunta que ha cobrado vida, del mismo modo que el tallo de una enredadera que en un principio no parecía sino la ramita más triste de un manojo de cilantro. Quiere hacerme saber que le gusta esta casa, que es suya, que no le interesa de quién se supone que sea. Prefiere la compañía de las persianas y los colores fríos, los momentos menos ruidosos pero no el silencio absoluto. Cada vez está más seguro de sí, y cree que gana autoridad en cada encuentro. Todas estas ideas innecesarias son la personalidad de alguien que hasta hace poco no era.
martes, 7 de agosto de 2007
Sobre cosas corrientes
Jorge está trabajando. Su mirada en la pantalla de la computadora. Ha pasado mucho tiempo. En la pared una ventana que mira al exterior. Afuera de la casa hay un fantasma. Jorge escribe y lee en la pantalla. Se cansa, y a ratos cierra los ojos y levanta la cara hacia el techo: este trabajo nunca va a acabar. Si se siente harto se incorpora, camina por el cuarto, piensa con preocupación en las tuberías de agua rotas que no han sido descubiertas, vuelve a sentarse. Al hacerlo nota que el fantasma está detrás de la ventana. En realidad apenas lo ve, lateralmente. Reanuda sus tareas: escribir y leer. Trabaja sin aumentar la velocidad, sin que varíe el interés. En algún momento se hace tarde, y viajar del escritorio a la cama le trae la recompensa de un sueño envuelto en otros pensamientos.
jueves, 26 de julio de 2007
La civilización es un fenómeno lírico
Lo dijo un médico muy aficionado al arte que aseguraba ser autodidacta "sin rubor y sin orgullo". Pocas veces me encuentro con enunciaciones tan contundentes por llenas de sentido. Tal vez hemos sospechado esa idea al experimentar la sensación de que estamos en una película y nuestra vida, o al menos el momento actual, un lapso, tiene su inevitable banda sonora. La lluvia, por ejemplo, como le comentaba a alguien no sé si hace poco, es un invento del cine. ¿Será posible separarla del carácter con el que nos fue enseñada? Esta sensación sugiere una experiencia un tanto terrible: sale uno a la calle, ve el movimiento de las personas, los coches y demás fenómenos naturales, y se encuentra con la posibilidad de que todo esto tenga sentido. Y si uno es una persona de buen juicio disfrutará la certeza de que esto importa, pero no importa. Y si uno tiene la poca delicadeza de haber nacido Aries, se verá obligado a incurrir en los excesos propios de la necesidad de conclusiones.
jueves, 19 de julio de 2007
Sobre la importancia de unas cuestiones que se tratarán
Porque lo realmente gracioso es difícil de comunicar. Y a veces uno piensa que ahí está lo importante: por eso es gracioso. Y lo que es lo mismo: meritorio. La inteligencia se mide con la vara del humor. Si alguien ha tenido mérito, lo he notado al oír mi carcajada. Sí, porque no me conformo con reír. Ni una sonrisa, menudencia para la gentuza. Por eso río de contento y río de egoísmo forzoso, pero no por eso menos disfrutable, con la agudeza verbal de Checo, que vive la poderosa alegría de una lengua vivaracha: Todos regaos, dirá refiriéndose al modo en que los parientes están dejando de ser jóvenes. Pero sólo tiene gracia al escucharlo. Pero después de todo ese personaje es el primero que comprende la agudeza de su enunciación. Y otros que están presentes y la celebran. Riendo. No espero que ustedes comprendan esto. Sólo si alguno de ustedes estuvo ahí lo sabe, y no hay libro que lo haya recogido, para bien del mundo improvisado que nadie puede decir que conoce.
viernes, 29 de junio de 2007
st
Había una ventana grande. Una pared de vidrio, se diría. Y un jardín. Y en el jardín los patos, que caminaban con tranquilidad, y cuyos movimientos no escuchábamos. Una pista que atravesaba el jardín, en reposo de claro donde nadie ha pisado y que sólo por la persistencia de un conocimiento ajeno al caso identificamos con un camino. Y árboles. Y construcciones sin importancia más allá. Y la seguridad de que las cosas permanecen. A veces llovía, pero el agua es suave y sólo comenta. Todos los meteoros eran conocidos. Alguna vez, muy lejos, un ciclista. Pero casi no estaba, y una vez ido, era motivo de contemplación.
miércoles, 20 de junio de 2007
Sobre lo que pueda ser una causa justa
Soñaba con tener otro nombre. Y sobre todo le gustaban los sombreros y las ocasiones propicias para el disfraz. Había tanta belleza en su constitución, a pesar de que ni siquiera alcanzaba el grado suficiente de certeza para considerarla atractiva. Pero para ella también había algunos asuntos importantes. Pensaba con frecuencia en la sensación (no se dio cuenta cuándo se había vuelto habitual) de no estar demasiado conectada con las cosas, le daba un poco de risilla sentir que no tocaba el suelo, sobre todo al salir del ascensor y atravesar el pasillo elegantemente iluminado que la llevaba a su oficina todos los días y que se veía obligada a recorrer durante la mañana más veces de lo que hubiera querido. Aparte de eso, hablaba con gente casi todo el tiempo, convertida a veces en rana cantante, a veces en pájaro ventrílocuo y a veces en oruga plausible. Sin duda era más feliz en los largos ratos que dedicaba a pensar groserías apropiadas para aquellos que perpetuaban lo que solía llamar tradiciones estúpidas, como la de quienes querían explicar todo mediante la metáfora del palimpsesto.
martes, 5 de junio de 2007
Sobre el significado de los buenos días
No me prives de una sonrisa bien puesta en el corredor. Una muchacha riendo en el interior de su pecho, como si rebosara espuma, casi tentada por el pudor y casi determinada a desesperar al sentido del deber. Señor de los amaneceres, no me prives de las cantarinas novedades que un alma dispuesta sabe dispensar. Quiero que entre las máquinas se asome un olor a jabón perfumado, no ha de ser más que un instante que se hace liviano y se esfuma. Pero no es necesario más que eso. Si un hombre entra joven en una fábrica y sale viejo nadie hará un escándalo. Pero nada es igual después de conocer la filigrana, ni despúes de sentarse una tarde detras de una cascada de lluvia que cae del techo, ni después de cualquier cosa que lo deje a uno seguro de que no está seguro de estar dentro del marco de un cuadro donde creía que estaba.
martes, 22 de mayo de 2007
Una casa tristemente no es más que una casa
Como el espacio donde hacía mis anotaciones se privó, ahora las traslado aquí.
15 de marzo
Una anotación sobre conversaciones
"Olvide por un momento que es estadounidense y use su cerebro", le dijo Goethe a Hemingway en un gracioso encuentro imaginado por Kundera. Me intriga la emoción y contento que puede provocar la evocación de hechos no ocurridos, particularmente tratándose de encuentros. He conocido personas desconocidas entre sí cuyos méritos me permiten deleitarme soñando las posibilidades de una supuesta, y hasta cierto punto posible, conversación entre ellas. Y sé que si ocurriera ese encuentro (lo siento, lo temo) no sería nunca tan provechoso como lo imagino. Es lógico, puedo imaginar la conversación de esos dos dechados de gracia de manera tal que su flujo (siempre imprevisible en las conversaciones reales) los impulse a sacar lo mejor de cada uno, hasta que aquello sea un hermoso animal que se conduce con propiedad y vigor independientemente de los interlocutores. Estas reflexiones me llevan a desear que tales encuentros no se realicen, porque así están bien, no podrían estar mejor: imaginados y siempre con la posibilidad de darme más y mejores regalos, a mí tan aficionado a cierta clase de entrevistas extravagantes.
Comentarios
Corza
Vaya vaya, ¡mira qué tenemos por aquí! Interesante, Jorge Saucedo. Pero bien, recuerdo haber tenido una conversación, o varias, contigo y alguna persona más, diciendo que nos gustaría ver encerrados en una habitación a ciertas personas, propusimos combinaciones espectaculares, terroríficas, espantosas, totalmente absurdas... Y ahora, me asombra verte tan civilizado hablar de "encuentros", como si se tratara casi de algo accidental. Pero bueno, la idea sigue ahí. El trip.
23 marzo 20:48
Jorge Saucedo
Tú lo has dicho, dijo el pater demens.
23 marzo 21:01
23 marzo
Pertenecientes al rey, sirenas, fabulosos, perros sueltos...
La historia es larga, como todas nuestras historias. Hablo de mí y de Hugo. Y del master demens. Y de la más pequeña de mis hijas. El procedimiento era el siguiente: uno había vivido bastante para saber que existen en este mundo personas más creíbles que las ficticias sólo por el hecho de que eran reales. Y más: uno había vivido bastante para poder decir que había conocido a varias de estas ponderables personas (haciendo cuentas, luego resultaban muchas). Que quede claro: no es la discriminación ni el fascismo ni la arrogancia ni la profunda naquez (como pudiera pensarse) el origen de esta categoría: no. El criterio es la verosimilitud. Y esto que nos pasó (maravillarnos ante el poco respeto que unas personalidades le mostraban al sentido común) le ha pasado a todo mundo, y esa es la gracia de vivir en un mundo lleno de gente.
Pero el procedimiento era el siguiente, decía: pensábamos en uno de estos personajes, e inmediatamente en otro (la intuición nos movía, y el horror) y proponíamos su encuentro. Que sí, ese encuentro tenía infinitas posibilidades en cuanto a sus circunstancias (como sucede en la vida con los encuentros): en un cuarto cerrado con llave, en un cuarto oscuro, en una lucha en jaula, en medio de la presentación de una antología de poetas de la tercera edad. Pasábamos de un nivel de calamidad al siguiente, porque el momento inventaba una gradación bastante disfrutable. Lo que más nos gustaba era improvisar con la intervención de un tercero, que siempre era más monstruoso (no es discriminación: digo monstruoso como se le dice a lo colosal, y a lo que nos hace reflexionar seriamente sobre la naturaleza de lo insólito), y entonces el nuevo encuentro, con sus combinaciones imaginables multiplicaba los gritos de emoción y las sabrosas endorfinas. Ah, y aquello derivó en una magnífica fuente y mecanismo de amorosos improperios, gracias a la cual se nos iba el tiempo en amenazarnos unos a otros con hacernos partícipes de esos encuentros, al fin que, aunque no lo decíamos, ni lo hemos dicho, cada uno de nosotros había metido a los otros en esta funesta categoría de las personas poco creíbles.
Comentarios
(sin nombre)
Mmmhh, como cuando Santo se le unió a Mil Máscaras (¿sí era él?) para destruir a las Momias de Guanajuato, en Santo contra las Momias. El encuentro original eran las Momias y Mil Máscaras, y al final, para hacer más cremoso el asunto, llega el Santo con un bote de gasolina para liquidar a las momias. De paso le da sentido al título de la película. Chale.
29 marzo 0:30
A. B.
Me acuerdo que tú tenías algo de Benicio del Toro y el chavo del ocho al mismo tiempo.
18 abril 19:58
31 marzo
JLB
Yo a ti te comparo con una antena parabólica, JLB lo dijera. Quisiera dejar bien claro que aunque lo explicara no se comprendería el sentido de esta afirmación. It doesn't make a difference. To me. Peter Stillman lo dijera. Que uno le haga caso a las voces que escucha en el fondo de su corazón, en el terreno de su mente, no es ningún problema. El problema es no hacer caso a esas voces afirmando simplemente que no existen. No necesito argumentar, pero lo haré: si no existieran no se hablaría de ellas, como se habla. Y en el fondo de su corazón uno sabe que hay palabras que no son de uno mismo (¿alguna palabra, una sola, es de uno mismo?), pero saben hablar de un modo suficiente, y nosotros sabemos escuchar, aun sin quererlo. La chica 1 llega a un parque y mira al chico 1. Pero jamás demostrará en su semblante las razones que le da a sus voces para que no existan. El chico 1 mira distraído un pájaro, y juega a que sus voces y él son uno mismo que mira un pájaro. El chico 1 y la chica 1 se conocerán y se verán los dos días siguientes. Y yo lo que quisiera es ver que se encuentren las personas que le hablan a cada uno mientras están en el parque, justo un instante antes de conocerse. Pero no sucederá. Pero sería tan bueno.
10 abril
Sobre el sentido de las vacaciones
"Ya no necesito de ninguna motivación para salir al mundo y divertirme", dijo una vez Hugo, a quien bien se le podría aplicar lo que se ha afirmado sobre el gato: es una hipótesis bastante arriesgada. Pues Hugo se levanta, hace un gesto que más parece de pato que de gato, va a la calle y se la pasa bastante bien. Hay anuncios, creo entender, mucha gente ignorando convencida, hay demasiadas razones para sentirse en un centro suficientemente convencional para no tomarlo en serio. Y sobre todo, la seriedad que percibe parece ser no más que un estimulante de sus ganas de pasársela bien. Su sonrisa en el flujo de la banqueta es un leve temblor en el severo acuerdo de la Ciudad que camina. Esquiva con gracia a los que vienen en sentido contrario, juega sin darse cuenta a caminar deprisa, nota que estar contento en ese momento lo saca del juego, y lo deja solo jugando el más contento del mundo. No sabe si los transeúntes lo notarán. Y luego: le llama la atención una gran pantalla en las alturas, que ha mencionado el nombre de Plutón, y se para sin que le sea posible evitar la teatralidad del acto, sonríe mucho, ahí está parado viendo hacia arriba y adelante, el tiempo suficiente para que cualquiera que lo haya visto sepa que está haciendo algo, y que no es una persona muy formal.
10 abril
Erratas
Y hago una aclaración. Lo de encerrar a dos o más personajes en una jaula o cuarto, etc., era un juego de la mayor importancia en el que participaban sólo los tres miembros más ociosos de la brújula solar, lo cual significa que erré al mentar al master demens, a quien semejante práctica le resultaría escandalosa. En su lugar debí mencionar a la flecha del poniente, gran entusiasta de la imaginación en todas sus presentaciones. Y a Hugo lo mencioné aunque en aquellas juntas estaba y no estaba. Como siempre.
Comentarios
Corza
¿La Flecha protestó su omisión o qué?
16 abril 22:38
Jorge Saucedo
Lo habría hecho sin duda, pero no ha leído esa información inexacta. Más bien yo me percaté de pronto, imaginando al master demens en el juego de las jaulas, y olvídate. Por eso corregí.
17 abril 19:20
16 abril
Sobre un capítulo de Bob Esponja
Pero imagínate lo triste que puede ser cerrar una persiana. Vemos la cara de un hombre. En realidad es un pez con camiseta, y está detras de la ventana, dentro de su casa. Es una recámara y es de noche. Esta mirando sin hablar. Los grillos producen un sonido que contiene intenciones. Es tarde. La cara del hombre pez es triste, sus ojos monótonos e inmóviles. Y mientras los miramos la voz de una mujer aparece en ese mismo espacio, llega hasta el hombre, y los ojos siguen monótonos e inmóviles, incluso cuando responde: ya voy. Cierra la persiana. Esa mirada permanecerá en la persiana cerrada, que al cubrir la ventana habrá dicho que el hombre sigue ahí (del mismo modo que las personas siguen viviendo cada minuto después de que las vemos alejarse, perderse, entrar en su casa, desaparecer).
Comentarios
Corza
qué capítulo es ese de tan tremendo dramatismo?
Ah, por cierto, no sé por qué te desagrada tanto mi blusa amarilla: Bob Esponja es amarillo y las secciones de moda del fin de semana pasado reportaron el amarillo piolín como el color in. En lo que no estoy de acuerdo es en que digan amarillo piolín pues yo pensé en Bob Esponja.
16 abril 22:37
Jorge Saucedo
No recuerdo el nombre ni la historia de ese capítulo. Sólo sé que Bob Esponja hace un comentario optimista, como sólo él sabe, y como contestación aparece enseguida una serie de estampas cotidiano-deprimentes entre las va incluida la del peje en la ventana. Y no me desagrada tu blusa, nomás me pone impertinente.
17 abril 19:16
Yas
No me acuerdo de ese capítulo. Me gusta mucho uno donde Bob empieza a dibujar cosas que cobran vida, y acaba dibujando a su malvado hermano gemelo. Fue un capítulo muy dramático, efectivamente :) En cuanto a las persinanas, siempre me dan mala espina. Son tremendas para alimentar mi paranoia.
19 abril 20:59
26 abril
Lechuga romana u orejona
Tome una lechuga romana. Corte las hojas con un cuchillo, y después arranque con los dedos los restos de las mismas que aún tengan esa viva y relajante coloración. Disfrute estos despojos ignorando con prudencia las hojas cortadas que ya habrá depositado en un plato. Usted estará escuchando música. O no. Este elemento habrá de estar ahí (no añadirse en el momento), con su delicada pertinencia acompañando el desinterés con que usted procede. Pero de igual manera, y de distinta manera, el silencio, en su caso, dará una sensación de haber llegado justo en un momento justo antes de la conciencia, acoplándose con dulzura orgánica a este paso de lo que bien podría ser una danza que termina en la muerte. La música o el silencio mostrará su mano sosteniendo lo que fue una lechuga, y usted volverá a ella esos sus ojos misericordiosos. Y usted la probará, esa fruta que tiene el sabor de una cebolla dulce.
Comentarios
(sin nombre)
Oye, no te conocía la vocación de gastrónomo. Ya podemos ligarte a Reyes. Salut!
30 abril 17:41
Irving
Oye ya es mayo y no has escrito nada. Com'on pilgrim you know you want it
09 mayo 17:10
15 de marzo
Una anotación sobre conversaciones
"Olvide por un momento que es estadounidense y use su cerebro", le dijo Goethe a Hemingway en un gracioso encuentro imaginado por Kundera. Me intriga la emoción y contento que puede provocar la evocación de hechos no ocurridos, particularmente tratándose de encuentros. He conocido personas desconocidas entre sí cuyos méritos me permiten deleitarme soñando las posibilidades de una supuesta, y hasta cierto punto posible, conversación entre ellas. Y sé que si ocurriera ese encuentro (lo siento, lo temo) no sería nunca tan provechoso como lo imagino. Es lógico, puedo imaginar la conversación de esos dos dechados de gracia de manera tal que su flujo (siempre imprevisible en las conversaciones reales) los impulse a sacar lo mejor de cada uno, hasta que aquello sea un hermoso animal que se conduce con propiedad y vigor independientemente de los interlocutores. Estas reflexiones me llevan a desear que tales encuentros no se realicen, porque así están bien, no podrían estar mejor: imaginados y siempre con la posibilidad de darme más y mejores regalos, a mí tan aficionado a cierta clase de entrevistas extravagantes.
Comentarios
Corza
Vaya vaya, ¡mira qué tenemos por aquí! Interesante, Jorge Saucedo. Pero bien, recuerdo haber tenido una conversación, o varias, contigo y alguna persona más, diciendo que nos gustaría ver encerrados en una habitación a ciertas personas, propusimos combinaciones espectaculares, terroríficas, espantosas, totalmente absurdas... Y ahora, me asombra verte tan civilizado hablar de "encuentros", como si se tratara casi de algo accidental. Pero bueno, la idea sigue ahí. El trip.
23 marzo 20:48
Jorge Saucedo
Tú lo has dicho, dijo el pater demens.
23 marzo 21:01
23 marzo
Pertenecientes al rey, sirenas, fabulosos, perros sueltos...
La historia es larga, como todas nuestras historias. Hablo de mí y de Hugo. Y del master demens. Y de la más pequeña de mis hijas. El procedimiento era el siguiente: uno había vivido bastante para saber que existen en este mundo personas más creíbles que las ficticias sólo por el hecho de que eran reales. Y más: uno había vivido bastante para poder decir que había conocido a varias de estas ponderables personas (haciendo cuentas, luego resultaban muchas). Que quede claro: no es la discriminación ni el fascismo ni la arrogancia ni la profunda naquez (como pudiera pensarse) el origen de esta categoría: no. El criterio es la verosimilitud. Y esto que nos pasó (maravillarnos ante el poco respeto que unas personalidades le mostraban al sentido común) le ha pasado a todo mundo, y esa es la gracia de vivir en un mundo lleno de gente.
Pero el procedimiento era el siguiente, decía: pensábamos en uno de estos personajes, e inmediatamente en otro (la intuición nos movía, y el horror) y proponíamos su encuentro. Que sí, ese encuentro tenía infinitas posibilidades en cuanto a sus circunstancias (como sucede en la vida con los encuentros): en un cuarto cerrado con llave, en un cuarto oscuro, en una lucha en jaula, en medio de la presentación de una antología de poetas de la tercera edad. Pasábamos de un nivel de calamidad al siguiente, porque el momento inventaba una gradación bastante disfrutable. Lo que más nos gustaba era improvisar con la intervención de un tercero, que siempre era más monstruoso (no es discriminación: digo monstruoso como se le dice a lo colosal, y a lo que nos hace reflexionar seriamente sobre la naturaleza de lo insólito), y entonces el nuevo encuentro, con sus combinaciones imaginables multiplicaba los gritos de emoción y las sabrosas endorfinas. Ah, y aquello derivó en una magnífica fuente y mecanismo de amorosos improperios, gracias a la cual se nos iba el tiempo en amenazarnos unos a otros con hacernos partícipes de esos encuentros, al fin que, aunque no lo decíamos, ni lo hemos dicho, cada uno de nosotros había metido a los otros en esta funesta categoría de las personas poco creíbles.
Comentarios
(sin nombre)
Mmmhh, como cuando Santo se le unió a Mil Máscaras (¿sí era él?) para destruir a las Momias de Guanajuato, en Santo contra las Momias. El encuentro original eran las Momias y Mil Máscaras, y al final, para hacer más cremoso el asunto, llega el Santo con un bote de gasolina para liquidar a las momias. De paso le da sentido al título de la película. Chale.
29 marzo 0:30
A. B.
Me acuerdo que tú tenías algo de Benicio del Toro y el chavo del ocho al mismo tiempo.
18 abril 19:58
31 marzo
JLB
Yo a ti te comparo con una antena parabólica, JLB lo dijera. Quisiera dejar bien claro que aunque lo explicara no se comprendería el sentido de esta afirmación. It doesn't make a difference. To me. Peter Stillman lo dijera. Que uno le haga caso a las voces que escucha en el fondo de su corazón, en el terreno de su mente, no es ningún problema. El problema es no hacer caso a esas voces afirmando simplemente que no existen. No necesito argumentar, pero lo haré: si no existieran no se hablaría de ellas, como se habla. Y en el fondo de su corazón uno sabe que hay palabras que no son de uno mismo (¿alguna palabra, una sola, es de uno mismo?), pero saben hablar de un modo suficiente, y nosotros sabemos escuchar, aun sin quererlo. La chica 1 llega a un parque y mira al chico 1. Pero jamás demostrará en su semblante las razones que le da a sus voces para que no existan. El chico 1 mira distraído un pájaro, y juega a que sus voces y él son uno mismo que mira un pájaro. El chico 1 y la chica 1 se conocerán y se verán los dos días siguientes. Y yo lo que quisiera es ver que se encuentren las personas que le hablan a cada uno mientras están en el parque, justo un instante antes de conocerse. Pero no sucederá. Pero sería tan bueno.
10 abril
Sobre el sentido de las vacaciones
"Ya no necesito de ninguna motivación para salir al mundo y divertirme", dijo una vez Hugo, a quien bien se le podría aplicar lo que se ha afirmado sobre el gato: es una hipótesis bastante arriesgada. Pues Hugo se levanta, hace un gesto que más parece de pato que de gato, va a la calle y se la pasa bastante bien. Hay anuncios, creo entender, mucha gente ignorando convencida, hay demasiadas razones para sentirse en un centro suficientemente convencional para no tomarlo en serio. Y sobre todo, la seriedad que percibe parece ser no más que un estimulante de sus ganas de pasársela bien. Su sonrisa en el flujo de la banqueta es un leve temblor en el severo acuerdo de la Ciudad que camina. Esquiva con gracia a los que vienen en sentido contrario, juega sin darse cuenta a caminar deprisa, nota que estar contento en ese momento lo saca del juego, y lo deja solo jugando el más contento del mundo. No sabe si los transeúntes lo notarán. Y luego: le llama la atención una gran pantalla en las alturas, que ha mencionado el nombre de Plutón, y se para sin que le sea posible evitar la teatralidad del acto, sonríe mucho, ahí está parado viendo hacia arriba y adelante, el tiempo suficiente para que cualquiera que lo haya visto sepa que está haciendo algo, y que no es una persona muy formal.
10 abril
Erratas
Y hago una aclaración. Lo de encerrar a dos o más personajes en una jaula o cuarto, etc., era un juego de la mayor importancia en el que participaban sólo los tres miembros más ociosos de la brújula solar, lo cual significa que erré al mentar al master demens, a quien semejante práctica le resultaría escandalosa. En su lugar debí mencionar a la flecha del poniente, gran entusiasta de la imaginación en todas sus presentaciones. Y a Hugo lo mencioné aunque en aquellas juntas estaba y no estaba. Como siempre.
Comentarios
Corza
¿La Flecha protestó su omisión o qué?
16 abril 22:38
Jorge Saucedo
Lo habría hecho sin duda, pero no ha leído esa información inexacta. Más bien yo me percaté de pronto, imaginando al master demens en el juego de las jaulas, y olvídate. Por eso corregí.
17 abril 19:20
16 abril
Sobre un capítulo de Bob Esponja
Pero imagínate lo triste que puede ser cerrar una persiana. Vemos la cara de un hombre. En realidad es un pez con camiseta, y está detras de la ventana, dentro de su casa. Es una recámara y es de noche. Esta mirando sin hablar. Los grillos producen un sonido que contiene intenciones. Es tarde. La cara del hombre pez es triste, sus ojos monótonos e inmóviles. Y mientras los miramos la voz de una mujer aparece en ese mismo espacio, llega hasta el hombre, y los ojos siguen monótonos e inmóviles, incluso cuando responde: ya voy. Cierra la persiana. Esa mirada permanecerá en la persiana cerrada, que al cubrir la ventana habrá dicho que el hombre sigue ahí (del mismo modo que las personas siguen viviendo cada minuto después de que las vemos alejarse, perderse, entrar en su casa, desaparecer).
Comentarios
Corza
qué capítulo es ese de tan tremendo dramatismo?
Ah, por cierto, no sé por qué te desagrada tanto mi blusa amarilla: Bob Esponja es amarillo y las secciones de moda del fin de semana pasado reportaron el amarillo piolín como el color in. En lo que no estoy de acuerdo es en que digan amarillo piolín pues yo pensé en Bob Esponja.
16 abril 22:37
Jorge Saucedo
No recuerdo el nombre ni la historia de ese capítulo. Sólo sé que Bob Esponja hace un comentario optimista, como sólo él sabe, y como contestación aparece enseguida una serie de estampas cotidiano-deprimentes entre las va incluida la del peje en la ventana. Y no me desagrada tu blusa, nomás me pone impertinente.
17 abril 19:16
Yas
No me acuerdo de ese capítulo. Me gusta mucho uno donde Bob empieza a dibujar cosas que cobran vida, y acaba dibujando a su malvado hermano gemelo. Fue un capítulo muy dramático, efectivamente :) En cuanto a las persinanas, siempre me dan mala espina. Son tremendas para alimentar mi paranoia.
19 abril 20:59
26 abril
Lechuga romana u orejona
Tome una lechuga romana. Corte las hojas con un cuchillo, y después arranque con los dedos los restos de las mismas que aún tengan esa viva y relajante coloración. Disfrute estos despojos ignorando con prudencia las hojas cortadas que ya habrá depositado en un plato. Usted estará escuchando música. O no. Este elemento habrá de estar ahí (no añadirse en el momento), con su delicada pertinencia acompañando el desinterés con que usted procede. Pero de igual manera, y de distinta manera, el silencio, en su caso, dará una sensación de haber llegado justo en un momento justo antes de la conciencia, acoplándose con dulzura orgánica a este paso de lo que bien podría ser una danza que termina en la muerte. La música o el silencio mostrará su mano sosteniendo lo que fue una lechuga, y usted volverá a ella esos sus ojos misericordiosos. Y usted la probará, esa fruta que tiene el sabor de una cebolla dulce.
Comentarios
(sin nombre)
Oye, no te conocía la vocación de gastrónomo. Ya podemos ligarte a Reyes. Salut!
30 abril 17:41
Irving
Oye ya es mayo y no has escrito nada. Com'on pilgrim you know you want it
09 mayo 17:10
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